martes, 25 de enero de 2011

Madrides y provencios.

Hace un tiempo os conté cómo mi señora madre se convirtió en un mito – bueno no, en una mita...seamos parasitarios, perdón, quería decir paritarios-. Total, que dejé en el aire la promesa de dar por saco comparando el estado de ciertos aspectos de la realidad – muy diferenciados- entre mi pueblo, El Provencio, y Madrid.

Ya lo he dejado caer en alguna ocasión , pero voy a reincidir y si os apetece meterme a la cárcel pues chachi. El caso es que yo la primera vez que me subí a un cercanías saludé. Sí sí, os lo juro por el santo grial ese. Saludé como quien saluda al entrar a la frutería de la esquina de toda la vida. Pero claro, en la ciudad no hay frutería de toda la vida, ya la cerraron sustituida por un gigacomercial de esos. Total que la gente se quedó mirándome como si fuera un drogadicto que les iba a pedir o algo por el estilo. Un poco de cortesía joder, que uno cuando coincide con otra persona en un espacio reducido está incómodo y no sabe ni para dónde mirar por no molestar a nadie. ¿Tan difícil sería decir “buenos días” por la mañana de camino al curro cuando entras en el el metro? No sé, a veces me da la impresión de que la gente de Madrid no es gente, sino ciborgs de esos o como se escriba. Llamar a la puerta de un despacho antes de entrar, cosas así. Nathing. Allí la peña te pide las cosas al grito de “OYE TÚ”. Menudos perdonavidas de mierda. Sobre todo la gente de mi generación, de los noventa.

Pero bueno, uno se acaba acostumbrando a deambular sin decir ni buenos días al prójimo. Sin embargo hay ciertas ventajas de la capital que un pueblecito no ofrece. A veces cuando voy por Gran vía, o por Sol observo una pareja de chicos en plan cariñoso sin que casi nadie les mire mal. Gozan de una libertad que no se daría en un pueblo pequeñito. Además en un pueblo pequeño todo se sabe, no hay vida privada más que para el que no le cuenta nada privado ni a la madre que le parió y aun así tampoco. Así que, como dice la gente castiza y chulesca: “las gallinas que entran por las que salen”.

Como lo que decía de la frutería de toda la vida, no es lo mismo ir a un centro comercial despersonalizado totalmente que a la tiendecita de toda la vida. O al bar del que eres parroquiano habitual. En ese tipo de trances dispones de opciones que en una coctelería de a nueve euros la copa y camarero estirado no tienes. Pero ya os digo, si hay que andar sin educación ni cortesía por el mundo a cambio de tener cierta libertad, cierto anonimato y otras muchas ventajas que seguramente no habré tenido en cuenta, pa lante como los de alicante.

Pero no creáis no, que yo soy un especimen raro en mi pueblo. Soy un poco rarito, aunque me emborrache con mis colegas y parroquianos como todo hijo de vecino. Ahora ya la gente tiene malas maneras hasta en pueblos pequeñitos. Pero a mí desde pequeño me enseñaron a saludar a las personas mayores o no mayores cuando me las cruzo por la calle y lo seguiré haciendo. Salvo con contadas excepciones – gentuza a la que no soporto ni, por supuesto, saludo-. Recuerdo cómo mi abuelo me decía “sal y vuelve a entrar” cuando entraba en su casa sin decir buenos días o lo que correspondiera. Y nadie me pegaba, ni me maltrataba. Simplemente me enseñaban. Ahora no. Ahora si se te ocurre disciplinar aunque sea verbalmente – no digamos físicamente, que eso es de malas bestias por el amor de dios- a tu hijo o alumno o lo que sea, si se tercia el chiquillo te denuncia – o sus padres, que menudos gilipollas los padres de hoy en día, bueno, casi todos-. Porque esa es otra, con tanto psicopelapollos y psicopelapollas en el ministerio de eduación con el puesto asegurado mande quien mande, se han impuesto unas gilipolleces enormes. Se ha privado de autoridad a los profesores. Se ha privado de autoridad a las fuerzas del orden etc. Y claro, ahora la gente se extraña de que los chavales sean unos sinvergüenzas. Y los/as psicopelapollos/as -condenadas feminazis...- y políticos culpables de esto con sus reformas y su moral ambigua, con su doble capa y sus gilipolleces sin fundamento pretenden arreglarlo con la “educación para la ciudadanía”. Permitan que me descojone. Ojo, yo no digo que haya que dar palizas a la gente, que a mí no me las dieron. Pero la educación se enseña en casa y si ustedes no son capaces de llevar a cabo esto con un éxito medianamente decente, no se molesten en tener hijos.

Una vez en una discusión con una imbécila, la susodicha me dijo “¿qué tienen que ver las fórmulas de cortesía con que un tío sea un sinvergüenza o no?” Y yo pensativo apelé a la estadística, “no lo sé, pero te puedo asegurar que en la cárcel - que es donde está lo mejor de cada casa- no hay ningún chaval o casi ninguno que en su casa desde pequeño haya mamado buenos modales, cortesía, respeto a los mayores, reglas y disciplina”. Y la imbécila con una réplica tan simplista como la que le dí -porque yo en el fondo soy un ser muy simple – se quedó conforme y con cara de boba.



Así que tranquilidad, vecinas chismosas, rumores, críticas, gente con buenas maneras y mucha educación en extinción y mucho gamba suelto. Al final salvo por cuestiones físicas -como el número de habitantes- con el tiempo, la ciudad y el núcleo rural no se van a distinguir más que en la forma...el fondo va a ser el mismo -una pandilla de imbéciles poniéndose la zancadilla unos a otros-.

martes, 18 de enero de 2011

Mi nueva heroína.

Todos tenemos héroes y a todos se nos caen mitos con el paso del tiempo. Hoy me he dado cuenta de que tengo una nueva heroína en mis listas. Anoche estuve hasta tarde con las napias metidas entre las páginas de un libro estupendo. Esta mañana como correspondía, en lugar de levantarme a estudiar cómo se capta un cardiograma y demás, me he quedado sobado como dios manda.Ha sido una de esas panzadas de pijama y orinal en las que paras el despertador con toda la mala hostia del mundo y sigues durmiendo bello cual camello.

A lo que íbamos, que de repente a las doce una voz de mujer me despierta voceando en la calle “eh, recoge ahora mismo eso, que porque tú tengas perro no tengo yo que barrer mierdas en mi puerta. Así que ya estás recogiendo la mierda con una bolsa”. Con esas me he quedado pensando, “menos mal que aquí en El Provencio -porque yo soy de El Provencio, Cuenca y a mucha honra- la gente es como dios manda y aún salen a barrer su trocito de acera cada día, no como en algunas ciudades grandes de España, que uno sale por la calle y si no es por el ayuntamiento - y tampoco - se encuentra con una plasta de perro a cada momento”. Y qué triste , que ya ni en El Provencio, Cuenca, la gente tenga la educación suficiente como para recoger las moñigas de sus perros. Inocente de mí, yo que cuando lo saco a pasear me lo llevo al campo y no le dejo hacer sus cosas por el casco urbano... Porque me pasa como a los ingenuos de mi generación, no me salen las cuentas. Con lo buena que es la gente - o eso dicen los políticos, que esto es jauja y viva la Pepa y la Mari Trini...si tanto monta- no me salen las cuentas, no puede haber tanto hijo de puta con mascota.

Total que me levanto rascándome mis gloriosos atributos y cuando asomo el morro por el pasillo, la susodicha – con las manos en jarras y mirada lúcida- me suelta “¿qué, ya se ha levantado el palo de la cucaña?” Para los pijales que no sepan qué es una cucaña, que vayan a la respetabilísima RAE y se enteren, a mí me lo dice porque mi fisonomía se parece al palo de una cucaña. Pero al grano, yo le he contestado, “sí, mama -es que por las zonas rurales de la manchuela no se usa el mamá de los Madrides y eso, se dice mama, en plan gitano de los de antes- molas un huevo sin pelar”. Porque señores – y señoras-, si todos tuvieran la vergüenza torera, o la educación como les salga de los mismos llamarlo, como para no ir dejando las cagadas de sus animales para que otros se coman el marrón, las ciudades estaban tan limpias como los soportales del señor Don Limpio. Así que acabo de proclamar en mi lista de héroes a mi señora madre, que tendrá sus cosas,será una gruñona y a veces su moral no será todo lo correcta que corresponda. Pero esta mañana ha demostrado lo que es la educación y tener un par de ovarios que la respalden.

Sobre los Madrides comparados con los Provencios, ya iremos hablando, que de eso también se puede montar un carajal interesante.

jueves, 13 de enero de 2011

Cadena de absurdos.

A mí siempre me dijeron que el ser humano tiende a la bondad, a la perfección etc. El humanismo cristiano y esas historias hacen que uno acabe decepcionándose. Claro, le meten a uno entre las paredes craneales una espectativa acojonante y luego viene el bofetón. Resulta que la peña no tiende a nada perfecto, ni mucho menos. En todo caso si el homo sapiens – o las homas sapiensas, faltaría más- tiende a algo es a la más absoluta de las gilipolleces crónicas que pueda sufrir un organismo vivo.

Y es que todos los días se topa uno con gentuza de lo más bajo a la que dan ganas de asesinar. Niños asilvestrados que se comportan como bestias porque, faltaría más, la madre que los parió y el padre que los crió no son más que eso, malas bestias. La peña dimite antes de empezar como padres o como madres. Políticos que prohiben los toros porque cuatro guiris y los gilipollas de turno que les bailan el agua dicen que somos unos sádicos y no, perdonen pero no. Que yo odio los toros, pero no creo que se deba prohibir a quien guste de ir a semejante circo. Cuando la gente sea lo suficientemente autocrítica como para no disfrutar con el espectáculo taurino, ya dejará de ir por sí misma y si no, pues les van a ir dando a los guiris y a los cantamañanas que les siguen la corriente. Además, ahora mismo hay cosas muchísimo más importantes, que no nos tomen por subnormales. Ministerios que dan toda la puta risa y que imponen gilipolleces tales como desdoblar el idioma para que todos seamos iguales. Y es que a mí me toca la flor -con perdón del personal- que cuatro feminazis pretendan cambiar la lengua así, porque sí, porque resulta que se ofenden por cualquier soplapollez hasta lo patológico. Capullos analfabetos que no tienen donde caerse muertos y son poco más que los tontos del pueblo en pocos años han empezado a conducir coches caros y a vivir en chalets que hacen palidecer la más bonita de las casas. Y yo me pregunto ¿a nadie le extraña todo eso de que cuatro impresentables coloquen a su primo en, o se lleven tan bien con el concejal de urbanismo...etc? ¿A nadie le extraña que ser concejal de educación sea para el último mono por norma y por la concejalía de urbanismo haya hostias y puñaladas traperas? Y es que los “tontos del pueblo” con los años y el hábito han acabado convirtiéndose en resabiados hijos de la gran puta.

En fín, ahora la cosa se ha ido a la puta mierda y aquí todo el mundo es inocente. Nadie sabe nada de nada redios. Manda huevos que cuatro se dedicaran a la mangancia y el pelotazo del ladrillo,bailaran entre terrenos recalificados y lluvias de billetes, ahora que llueven hostias vayan desapareciendo. Y ahora en vez de ser esos cuatro, somos 45 millones los que tenemos que “arrimar el hombro”. Porque aquí cuando los cuartos se los reparten entre tres no se entera ni el tato y el que se entera está encantado porque algo le va en la jugada; pero luego cuando se va todo a la mierda desde el gobierno nos dicen que tenemos que salir de la crisis “todos juntos y de la mano” - así se lo escuché en televisión al señor Barreda-.

No sé ustedes, pero a mí me dan ganas de sacar la escopeta de cazae irme a por los cuatro que se repartían los cuartos.Y claro, los políticos de turno contentos, porque a ellos la mangancia y el oportunismo se les da de puta madre. La clase política española se dedica a escuchar a los cuatro cantamañanas que hablan del género y la génera, del esperpento, del bebé gigante ese que nos ha costado un huevo y parte del otro y así nos va. Se dedican a escuchar a los que quieren prohibir los toros. Faltaría más, porque si no nos dicen fascistas y mira por dónde, así convencemos a otros pocos soplapollas para que nos voten.

Y ahora lo de los controladores aéreos. Si es que en este país todo en lo que haya (o halla?) dinero derivamos a una casa de putas de forma inexorable. Resulta que un colectivo se pone a pedir en plan oportunista, a pesar de poseer una magra cualificación. Como están en una posición más o menos “de poder” los gobiernos de turno (que son todos para que un mandril con infección genital se cague sobre ellos) acceden sin tardanza a las peticiones de semejantes cabrones. Porque coño, su trabajo es muy duro...ya. Como todos los que tienen un trabajo “duro” se plantasen, el país era un ir por la calle a navajazos con todo el mundo. Pues claro, ahora cuando no hay pasta porque las tasas aeroportuarias no dan para más y no les hacen caso, montan la huelga salvaje. Bueno, eran conscientes de lo que se jugaban. Se oyen cosas como “trabajamos en muy malas condiciones” y la verdad, no sé por qué la inmensa mayoría de controladores pretenden que sus hijos trabajen como controladores también si resulta que es un trabajo chungo que te jiñas. Mi padre es agricultor, me ha enseñado a trabajar en el campo y a que huya de él como de la peste, porque es un trabajo muy duro y muy mal pagado, entonces...no sé, o los controladores aéreos son gilipollas o mienten que te partes de la risa.

Fuera de todo esto el gobierno se apunta un tanto en estas horas tan bajas, porque como decía por ahí arriba, el oportunismo es uno de los dones de la clase política española. Ahora la culpa es de los controladores, que son muy malos y tal. Y la gente se ensaña y son cabeza de turco. Pero no, aunque los controladores hayan hecho algo desproporcionado, tan desproporcionado como su sueldo anual, y lo hayan hecho de forma ilegal, no tienen la culpa de todo. Lo digo porque aparte de que los controladores en general son unos mimados de mierda y unos oportunistas, el Pepiño Blanco también a jugado sucio. Vamos, que entre gentuza anda la cosa.


Y la gente se revuela, y habla y los que están en el ajo dicen que los controladores son santos y tal y cual, al final, esto es un pifostio del copón y una merienda de negros. Al grano, que pasa como en todo, cuando a un político se le pone a huevo algo lo aprovecha. Es alucinante que en esta casa de putas que es España, se arme el revuelo que se ha armado por la huelga de los controladores mientras que nos meten por el culo la reforma laboral. Pero claro, como ya ha he dicho, la gente tiende a ser imbécil por defecto, y mientras le meten el palo bien huntado de lubricante no dá más que para hablar del mundial o ver a una pedorra decir sandeces en algún programa de mierda de esos de la tele. Que esa es otra, uno se encuentra cada programita que dan ganas de pegarle una pedrada a la tele e irse a matar gentuza.

Pardiez. Menudo panorama nos econtramos, pero si a mí me dijeron que el ser humano tiende a la bondad y tal... los cojones Mariloli. Resulta que va a ser que no. Y la ley, que es lo que debería regular todo este sinsentido no está para fiestas. Resulta que cuando un tipo entra a casita a las cuatro de la mañana uno tiene que pararse a pensar con qué intención viene el asaltante, a lo mejor resulta que viene de visita. Si por cuestiones de la vida es un extrañísimo sujeto y resulta que te quiere robar, llamas a la policía, porque aquí si alguien da hostias son las fuerzas de la ley y el orden. Empanadas como están las fuerzas de la ley, maniatadas por lo politicorrecto, te van a sodomizar los asaltantes y ellos van a llegar solo para constatar los hechos. Y si le das un garrotazo al tipo la perspectiva no mejora, a él lo sueltan al día siguiente y a tí si se tercia te meten al truyo. Porque a ver qué carajos podemos hacer, en la sociedad democrática solo ejerce violencia el Estado, y nadie más. Porque la violencia es mala y tal, pero es que resulta que nos han dejado indefensos y en pelotas pensando que el ser humano es bueno por naturaleza y toda la historia, pero resulta que no, que somos todos una pandilla de cabrones.

Así que resumiendo, si el Estado no puede garantizar mi seguridad - porque resulta que si un guardia le pega al violador de tu hija con la porra cuando le pilla con las manos en la masa, le acusan de abuso de autoridad y lo enchironan - mejor será que lleve a mano una cachicuerna de quince centímetros la niña para endosársela a ese hijo de la gran puta aunque le cueste la cárcel.

domingo, 9 de enero de 2011

Psicología e imbéciles.

Para un alumno de la facultad de psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, resulta frustrante tratar de entender cómo han llegado pandillas tan enormes de imbéciles a la universidad. Y no hablo ya de los alumnos, sino de los profesores o los funcionarios encargados de tareas concretas.

Uno aparte de estudiar Psicología, leer libros, discutir en foros con los frikis – es que eso de frikies, con e guiri...pss, yo soy español y a los cantamañanas que quieren ser más guiris que los guiris, les pueden ir empujando la mierda hasta el fondo - del asunto psicológico, también tiene entre sus manos una beca para trabajar en aulas de informática de la Universidad Autónoma de Madrid. Mi tarea es muy limitada. Me limito a atender a una serie de incidencias tipo “el correo no me funciona” o “dame mi clave de acceso” e incluso “ayúdame a configurar la red wifi de la UAM a mi portátil”. Como un puto profesional atiendo de buen grado a la inmensa mayoría de la gente – digo la inmensa mayoría porque algún que otro maleducado gilipollas me ha llegado a tocar los cojones como para que lo eche de la sala -. Porque aún hay gente que es profesional hasta en un pseudotrabajillo de tres horas al día. Me da urticaria cuando llego a la ventanilla de secretaría de mi facultad y me atienden sin ninguna fórmula de cortesía, tuteándome como si fuera gilipollas en plan “tú tranqui, buen rollito tío”. Y luego de buen rollito me dicen que no, que no pueden hacer lo que es su trabajo porque son – de buen rollito eh, conste- unos completos incompetentes. Por supuesto la inversa también mola, cuando un capullo o una pedorra me vienen con malas maneras exigiendo esta o aquella información y la tienen pegada en un cartel en la puerta.

El otro día un conocido del curro que se encarga de instalaciones y demás – un profesional y buena gente- se quedó sorprendido. Estábamos charlando en voz baja sobre si las “cepeus” tenían sistema operativo o simplemente funcionaban con un volcado de una imagen desde un servidor. Vamos, estábamos siendo unos frikis. Total que entra una chica en la sala y me suelta “Oye tú, dame la grapadora”. Os la podéis imaginar. Chica guapísima, morena. Unos ojazos que cortaban la respiración pero...ordinara y bajuna como ella sola etc. Total que se la doy y cuando me la devuelve le digo “de nada” con mucho sonsonete. No le afeé la conducta, simplemente traté de hacerle ver que había sido una maleducada. Total que Julio alza las cejas y me dice “tío, yo trabajé en esto y la gente no me hablaba así, ¿cómo lo aguantas?”. La verdad, no me explico por qué lo aguanto, supongo que porque me siento chachi cuando veo que soy la hostia de educado. Independientemente de la gentuza con la que me tope.

Cuando yo estoy en el curro no llamo de usted a la gente, pero casi. Me refiero a que mis “buenas tardes” o mi “por favor, gracias, de nada” no me los quitan ni a tiros. De hecho espero lo mismo de los demás y si la persona o el persono - no vaya a ser que me den de hostias las feminazis- que llega es de mediana edad tirando hacia ser un viejuno, procuro emitir un usted de lo más respetuoso, porque un poco de educación me han llegado a inculcar los anticuados de mis progenitores.

El caso es que cuando entro a clase me encuentro a menudo fantoches de los más variopinto. Descerebrados totales de una catadura moral tan inmunda que harían que un violador de lo más bajo palidezca enarcando una ceja de envidia y con un gesto desdeñoso en su asquerosa cara -vale, me he pasado, pero me dan toda la puta grima como profesionales y punto-. Bueno, la mayoría son simplemente descerebrados carcomidos por el todo vale de la época. Esos descerebrados a los que lo único que les interesa es trincar el sueldo a fín de mes y que alumnos críticos – más bien escasos - no les partamos el careto a hostias por las salvajadas que sueltan en clase. Luego hay un grupo en segundo puesto que son los que la fuerza del hábito de la impunidad les ha convertido en canallas que sacan tajada y pastelean con la más absoluta impunidad para tener este o aquel puesto en la política de la facultad o del campus. Por último hay unos pocos profesores que son como dios manda y que , ya sea por vocación o por vergüenza profesional hacen que los alumnos sean capaces de distinguir entre las gilipolleces varias que se nos enseñan a lo largo de la carrera y las pocas que merecen que se las estime como ciencia. De esos profes que le inyectan a uno la curiosidad latente en las venas. Yo en concreto conozco a tres profesores que merecen la pena. He tenido la inmensa suerte de tener uno cada año durante los tres primeros años de carrera. Diría sus nombres, pero no me siento con derecho a difundir sus nombres aunque sea para una causa nobilísima como reconocer el buen trabajo a unos profesionales de bandera.

Total que entre esto y aquello uno se dedica a poner contra las cuerdas a muchos profes que son la hostia de “majos” - y a veces ni eso, que encima de faltos de intelecto son unos ególatras prepotentes que dan ganas de sodomizarles allí mismo - pero que se olvidan de ponerse la gabardina de científicos al entrar por la puerta de la facultad.
Porque uno en su vida, mire usted, puede hacer lo que le salga de los cojones mientras no afecte a nadie. Lamentablemente en el trabajo, nuestras acciones suelen afectar al prójimo por lo que debemos procurar ser unos hijos de puta profesionales y fríos. Eficientes, vamos de los que no dejan tirado al prójimo. Total que los borregos que tengo por compañeros – salvo contadas excepciones – son carne de cañón, aprueban y adiós. Y el día de mañana cuando violen a tu hija en plena calle y cacen al violador una vez acabada la faena, uno de esos compañeros que tuve, como perito judicial que será dirá “pues aplico esto y aquello para ver si el tío va a reincidir o no” - y sí, sé que me he saltado un montón de pasos, pero voy a lo que voy-. Pero ese “esto” o ese “aquello” no tiene ningún fundamento empírico, ninguna evidencia científica, porque los profesores ya os digo, son en su mayoría imbéciles y ególatras delirantes. E incluso probablemente mis compis ni siquiera tengan claro qué es lo que mide el cuestionario que están aplicando, ni qué buscan con ello ni qué es lo que tienen entre manos en ningún sentido. Claro, normal que la gente luego diga que los psicólogos son unos chamanes y van a sustituir a los curas – no caerá semejante breva- como vendedores de humo de los subnormales de turno que rulen por España.
Así que cuando escucho a la gente decir “es que yo no creo en eso de la psicología” como si se tratara de una creencia, de primeras me cabreo porque la psicología es, o al menos debería serlo, una ciencia. Pero de segundas creo que es lo que nos merecemos como colectivo. Porque eficientes y profesionales, científicos y demás, con un poquito de ética...poquitos poquitos.


Eso sí, el caso de la Psicología es un caso especial redios. Porque es algo para lo que nadie necesita estudiar carrera joder. Está clarísimo cuando alguien tiene este o aquel problema, faltaría más. Yo así a ojo siempre acierto sin evaluar nada, no fallo ni una. Si una tiparraca llora a menudo es que está deprimida, si lo sabré yo, y sin carreras.
Pongámoslo así cuando el físico me dice que la manzana se cae por esto y por aquello, como no entiendo un carajo de física doy por supuesto que el tipo sabe de lo que habla; pero cuando se trata de explicar por qué la gente hace lo que hace, yo sé más que el psicólogo y si él dice – en el caso de que sea un profesional como la copa de un pino- que se trata de una conducta de evitación, yo me descojonaré en su cara y le diré que no, que tiene los chacras mal alineados -eso si no me lo dice el mismo, porque estafadores impunes ya os digo hay a patadas en todos los curros-. Y no me extraña redios, porque la mayoría de mis compañeros, futuros psicolocos ellos, son una pandilla de imbéciles de lo peor sin ningún tipo de mirada crítica y que si se tercia le miran mal a uno cuando putea al profesor con preguntas incómodas que ponen de relieve lo tonto del haba que es y las tonterías que está diciendo entre tanto cabeza apepinada. ¿Y de quién es la culpa? Ah, yo ahí ni entro ni salgo que luego me cuecen a leches por listillo.
Así que os lo digo así, lo único que diferencia al noventa por ciento de los estudiantes de psicología de los que se dedican a ganarse la vida en una esquina con una navaja a la hora de explicar el comportamiento humano es que los de la navaja no tienen el título de licenciado en psicología... Tal es el estado del asunto al que me voy a dedicar cuando sea grande, tócate los conones Mari trini, Mari loli o como os salga de recto. Porque los imbéciles nos ganan por goleadas, en todas las carreras universitarias, en los institutos, en el trabajo...es que no sé cómo se puede sobrevivir siendo tan imbécil pardiez – bueno sí lo sé, pero aún hoy me sorprende-.