viernes, 23 de diciembre de 2011

Lo que las noticias me evocan.

En general mis pensamientos -esa voz que no se escucha más allá de mi piel- suelen ser muy difusos. Voy de un lugar a otro relacionando multitud de cosas que aparentemente no guardan relación alguna. Por eso cuando le doy una ojeada a las noticias en cualquier periódico digital me entran mareos. Mi problema es que leo en diagonal, cada noticia hace que se desate un planteamiento diferente que se enlaza con el siguiente planteamiento evocado por la siguiente noticia. Qué coñazo, ¿verdad?

En fin, hoy tras ojear varios periódicos me pregunto por qué las personas tenemos un software tan hijo de la gran puta. En realidad las personas tenemos un "malware", a la vista está. Nuestro comportamiento está regulado por mecanismos dirigidos exclusivamente a un propósito, replicar nuestros genes. Como diría Dawkins, en el fondo no somos más que máquinas de supervivencia que los genes han construido para pervivir a lo largo de los siglos. Dawkins también diría que, mal que nos pese, nuestros genes son egoístas -y no, no es que lo sean intencionadamente- simplemente lo son.

Y diréis ¿y cómo has llegado a pensar esto ojeando el periódico soberano capullo? Os lo voy a contar aunque no os interese. Observo cómo funciona la comunidad política y me doy cuenta de que en el fondo un político -como cualquier otra persona- es esclavo de sus genes. Hemos acordado votar a unos representantes para que defiendan nuestras ideas, nuestros derechos etc. Pero el problema de cualquier sistema de este tipo es que cuando las personas que nos representas llegan a ese puesto de poder y prestigio social se venden. Es decir, cualquier representante político vende su voluntad al mejor postor, a su partido, a otro partido, a un empresario, a un dictador... Y todo esto ocurre simplemente porque en lo que respecta a un gen, lo único importante es sobrevivir mediante la autoreplicación, los genes no entienden de comunidad política, de reglas morales ni de nada por el estilo.

Este es el malware que estropea cualquier sistema político, es un software cojonudo para la supervivencia de los genes, pero fatal para la convivencia política.

También me carga el hecho de cómo se medra en esta sociedad. No importan los hechos porque los hechos se disfrazan con palabras. No importan tus méritos porque no hay más mérito que engatusar con tu meliflua boca de chupapollas al hombre que decide quién asciende en la categoría política o profesional. Parece que a las personas les da miedo observar el mundo crudo y cristalino tal y como nos llega a las retinas. Es una pena que no tenga una especial facilidad para la lógica o las matemáticas, si así fuera me refugiaría en alguna de esas disciplinas para huir de este mundo de contradicciones.

Lo único que me queda como consuelo es pensar que siempre podré pasear con mi perro por el monte, donde nadie abre la boca para decir sandeces. Allí solo habla la evolución. Siempre me quedará la música -Albert Collins, Eric Clapton, Black Keys, The white Stripes...- aunque también esté cada vez más corrupta por ese malware que insiste en corromper todo lo que toca pese a su utilidad.

Sinceramente, la mayor aspiración que me queda es tener una vida cómoda y tranquila. Rodearme de unos cuantos amigos con los que pueda hablar claramente sin tener que pensar en cómo disfrazar la verdad. Encontrar un trabajo donde si no se recompensa a los buenos empleados, al menos se les deje hacer su trabajo en paz. Y tal vez, encontrar una persona que congenie conmigo y que a medida que ambos vamos cambiando lo siga haciendo durante mucho tiempo. Pero solo tal vez.